El río Paraná continúa descendiendo en varios puertos de Entre Ríos, donde la bajante histórica comenzó en marzo de este año y provocó cambios en la vida ambiental, económica, productiva y social de ciudades costeras, así como en el futuro de su flora y fauna hasta al menos 2025, según lo que declaró la ministra de Ambiente de la provincia, Daniela Garcia.
El Instituto Nacional del Agua (INA) alertó que prevalecerá una disminución de los caudales entrantes, y continuarán las aguas bajas hasta al menos el 28 de febrero del 2022.
Las alturas actuales ya superaron las marcas de 1971 (0,50 metros), las de 2020 y 1970 (0 metros), y hay que remontarse a 1944 para registrar una situación peor que la actual.
La bajante afectó la fauna íctica al dejar seco el valle de inundación (donde los peces se refugian, alimentan, reproducen y crecen); produjo inconvenientes en el riego de cultivos y complicó las producciones industriales que necesitan captar agua.
También acrecentó los problemas de incendios en las islas, ya que en otras situaciones el agua funcionaba como cortafuego natural; y los de contaminación del agua, ya que se redujo la capacidad del río de dilución de los afluentes crudos o industriales.
«Es una situación histórica particular que nos enfrentó a una situación compleja desde lo ambiental que seguirá hasta 2025, se puso en crisis la producción, tuvimos serios problemas con incendios y destruyendo el hábitat de la fauna», dijo a la agencia Télam Daniela García.
Por eso, buscan crear un plan provincial de adaptación y mitigación del cambio climático con diferentes obras y una red de municipios que «establecerán metas de reducción», en la gestión de afluentes para reducir los efectos de gases invernaderos pero principalmente «en la educación y prevención de daños al ambiente».