El clásico que la inundación volvió amistoso

Detrás de todo el sufrimiento que provocaron las tormentas y las evacuaciones en Gualeguay, hay cientos de historias hermosas que pintan la solidaridad del pueblo. En esta crónica, un partido suspendido, una rivalidad a muerte y el esfuerzo denodado de los clubes de la ciudad para ayudar a la gente.

Por Santiago Joaquín García
El viernes 8 de marzo tenían que jugar Quilmes contra Urquiza. Uno de los clásicos más calientes de la ciudad de Gualeguay. Por las condiciones climáticas se suspendió para el lunes y luego volvió a suspenderse. No es un partido más, la calle San José de Feliciano separa ambos estadios, y la rivalidad deportiva no reconoce ni siquiera lazos familiares: “Como que los barrios se mimetizan por momentos, porque hay mucha gente de Urquiza y de Quilmes, en los mismos sectores de la ciudad, en la parte sur. Y muchos son amigos, iban a la escuela juntos. Un montón de situaciones así. Hay jugadores que los padres los llevaron a Quilmes, porque eran de Quilmes, pero se fueron a Urquiza y está todo mezclado. Tiene sus condimentos. El día que se juega un clásico se putean padres a hijos y todas esas cosas, es muy loco, pero también muy lindo”, cuenta Barry. Él es uno de los pilares de la Peña de Urquiza “La Vieja Guardia”. 

Todo pasó a un segundo plano
Sin embargo, algo extraordinario pasó. Cayeron más de trescientos milímetros en un par de días, decenas de familias fueron evacuadas. Algunas personas perdieron absolutamente todo, por la mezcla de la prepotencia de la naturaleza y la desidia de sucesivos gobiernos. La pobreza y la falta de planificación urbana también hicieron su parte. Y ahí aparece la fibra más hermosa del pueblo de Gualeguay y su red de contención principal. Los clubes se organizaron para recibir y repartir ayuda. El Clásico del Sur podía esperar. Seguimos con Barry: “Se declara la emergencia, los clubes empiezan a generar movidas para ayudar a los inundados, a los afectados. Desde la peña de Urquiza tiramos el primer flyer casi al mismo momento que el club empieza a recibir donaciones. Se empiezan a hacer guisos para llevar a los barrios, y Quilmes hace lo mismo. Se nos ocurrió desde la peña decirle al club que se junte con Quilmes porque los afectados estaban para el lado del Cangurito, el 17 de octubre, más cerca de Quilmes. Entonces, cocinábamos, lo llevamos para Quilmes, porque la gente iba a buscar ahí. Después Quilmes terminó yendo a llevarle la comida al barrio porque era lo más lógico”, comenta. Y sigue: “Quilmes hace merienda, Urquiza también empieza a hacer merienda, y ahí es cuando teniendo la panadería de Checho (un socio de Urquiza), decidimos hacer doscientas docenas de tortas fritas, y las llevamos y las fritamos. Hay un montón de gente conocida de Quilmes que se enteran de lo que estábamos haciendo, que era re práctico, y entonces hasta nos consiguen una bolsa de harina y nos dicen: ‘Nosotros también queremos’. La cuestión es que ese mismo sábado, estuvimos varias horas haciendo tortas fritas en la panadería, y con los carros fuimos y las llevamos a Quilmes. Y de ahí viene esa foto. Después también lo hicimos con Libertad (otro de los clubes de la ciudad).

Otras movidas similares
Ni bien se supo que las lluvias iban a traer problemas a muchos barrios de la ciudad (Dunat, Pancho Ramírez, Evita, Minuán, Bañado de Hugo, y los antes mencionados, entre otros) los clubes de Gualeguay desplegaron un operativo sin medir esfuerzos. Si usted iba a Gualeguay Central, se podía encontrar a más de sesenta familias de evacuados, con el comando central de la Municipalidad y los vehículos y el equipamiento del Ejército. Si en cambio se acercaba a Libertad, una camioneta podía estar cargando tazas de leche para repartir en el barrio Evita. En la puerta de Bancario se organizaba la ayuda que se repartía en piraguas por el Pancho Ramírez. Apenas ingresaba al salón del Club Urquiza podía ver mesas repletas de ropa para repartir. El presidente de Libertad, Ignacio Fernández, sabía que cuando el clima mejorara (ya llevamos varios días sin lluvias), íbamos a seguir lejos del final: “La idea es seguir con esto porque cuando baje el agua es donde más la gente va a necesitar. Vamos a tratar de hacer una colecta también más grande entre artículos de limpieza y mercadería. La gente tiene que cocinar cuando vuelva”. La municipalidad realizó un organigrama a través del cual divide la ciudad entre los diferentes clubes, para que la ayuda se reparta en forma pareja. Eso demuestra el peso que tienen en nuestra sociedad.

No fue la mano invisible del mercado, no fueron las sociedades anónimas deportivas, ni los petrodólares de los jeques. La ayuda para los inundados llegó de la mano de las asociaciones civiles, sin fines de lucro, que son la contención y el abrazo para los chicos de Gualeguay.