Paredes, el bombero que creó el cuartel de Ceibas

Hace 25 años fundó el cuerpo de bomberos voluntarios de esa localidad en el sur entrerriano. El accidente de Gilda y una familia que lleva en la sangre la vocación de servicio.

Paredes persiguió una misión y la logró. Ya pasaron 25 años de eso.

Hace 25 años, cuando los accidentes en las rutas 12 y 14 eran moneda corriente en Entre Ríos, Emiliano Marcelo Paredes empezó a convencer a la Junta de Gobierno de Ceibas para crear un cuartel de bomberos. En ese momento trabajaba de enfermero en el hospital del pueblo, y veía cómo llegaban las personas accidentadas. “Había que hacer algo”, dice ahora.

Entre esos cientos de accidentes que alteraban la tranquilidad de Ceibas hubo uno que adquirió un doble significado: tragedia y nacimiento del mito. Fue el 7 septiembre de 1996, cuando el ómnibus que llevaba a Gilda a un recital en Concordia chocó contra un camión brasileño en la Ruta 12. La cantante popular murió junto a su madre, su hija mayor, tres de sus músicos y el chófer. Aquella noche, Emiliano fue convocado no como bombero, sino como enfermero. Casualidad o no, por esos días se estaba terminando de conformar la comisión directiva que creó el cuerpo de bomberos de Ceibas.

“Nos alertan de ese accidente. Llegamos y habían evacuado a todos los heridos. El cuerpo de Gilda estaba sobre un asiento delantero. Después nos fuimos enterando de que era ella”, recuerda Emiliano, que en 2002 debió ir otra vez hacia ese kilómetro 129, pero porque el santuario que construyeron sus fieles se estaba incendiando. “Dicen que es milagrosa. Yo soy creyente, y sin duda que algo debe tener”, desliza.

NINGÚN INCENDIO EN ISLAS ES ACCIDENTAL, Y LA MAYORÍA DE LOS SINIESTROS VIALES ES POR DISTRACCIONES CON TELÉFONOS

Aquel accidente legitimó el pedido de Emiliano, que siguió y fundó el cuerpo de bomberos voluntarios de Ceibas. Empezaron como se empiezan las grandes historias: con casi nada. Lo primero que hicieron fue pagar en diez cuotas un equipo de corte hidráulico, que se usa para sacar a las personas atrapadas en los autos chocados. El cuartel de Gualeguay les regaló un Jeep 80 en el que no entraban todos, pero que los ayudó a llegar más rápido a los accidentes e incendios.

Por más de que no sea ideal –nunca lo es para los bomberos voluntarios–, hoy la situación es muy distinta a la de los inicios: el destacamento de Ceibas tiene tres autobombas, una ambulancia, tres unidades de rescate y una lancha. El cuartel está conformado por 50 integrantes, la mitad hombres y la mitad mujeres. Desde 2009 la plantilla es mixta, algo de lo que se enorgullecen.

DESDE 2009 LA PLANTILLA DEL CUARTEL ES DE HOMBRES Y MUJERES, ALGO DE LO QUE SE ENORGULLECEN

En Ceibas hay siete u ocho accidentes promedio por mes. “Últimamente con la sequía hemos trabajado mucho en incendios. Debemos dar una rápida respuesta porque el humo puede imposibilitar la visión en la ruta”, dice. En Islas, casi ningún incendio es natural: se originan por quema, limpieza o descuidos.

Emiliano aclara que la mayoría de sus intervenciones no tienen que ver con el fuego, sino con los siniestros viales. Y aunque la autovía bajó el número de accidentes, los de ahora son más graves: a alta velocidad y producidos principalmente por distracciones con los teléfonos.

Casi desde que tiene memoria, Emiliano está cerca de autobombas. En Gualeguay, donde nació, fue bombero voluntario desde los 13 años. Cuando llegó a Ceibas, insistió en crear este cuartel que ahora lo tiene como jefe fundador. Él dice que la vocación de servicio está en la sangre, algo que se valida al observar el cuadro familiar. En su casa eran diez hermanos, de los cuales seis son bomberos. Los dos hijos de Emiliano, Ignacio y Claudio, y su actual señora, Gabriela, también lo son. Un legado que Emiliano ya dejó, al igual que el cuartel que pensó y fundó hace 25 años.